Cada vez son más los chicos que se unen a Qince. Algo sorprendente en una revista orientada hacia un público tan específico como vosotras, chicas. Sin embargo, nos alegra saber que llegamos mejor de lo que pensábamos.
En un estudio en profundidad, nos hemos dado cuenta de que la mayoría de nuestros lectores masculinos (por decir algo) son frikis reprimidios acnéicos perdidos sin remedio ni vida social que quieren saber qué le gusta a las chicas facilonas como vosotras para zumbárselas en un descuido tonto como en las pelis porno que ven a diario y que guardan cuidadosamente en una carpeta de su PC que se llama “fotos fin de curso 2003”.
Pensamos en todos nuestros lectores, ahora también en esta subespecie que lee cómics en vez de fumar porros en el parque como sus compañeros de clase. Si es que ellos mismos se condenan al fracaso, copón…
Hablemos de errores comunes en la primera cita. Cómo convertir a esas yeguas desbocadas en vuestros caballos de doma. Y que además sea porque ellas quieren.
Antes de convertir una palmada en la nalga (con mesura, que no son galgos) en el esperado trofeo por el que ellas suspirarán, hay que educarlas. Para ello hay que acostumbrarlas a cinco de los siguientes puntos de “La lista del amor verdadero” que Qince ha elaborado con tesón y esmero, cinco como mínimo.
A lo largo de la semana iremos publicando algún caso contrastado de errores en la primera cita y su corrección inmediata. No os perdáis esta magnífica colección por entregas de Qince.
Aquí va el primer caso: ¿hasta qué punto hay que tener manga ancha?
Johnny y Angi han quedado el sábado por la tarde, una semana después de conocerse en una discoteca poligonera light cualquiera. Al Johnny le gusta la Angi porque tiene buenas tetas, pero comete un tremendo error al intentar hacerse el romántico para poder comérselas antes:
Johnny:.- ¿Quieres tomar algo?
Angi.- Va.
Johnny.- Pues vamos, conozco un sitio donde podemos sentarnos a charlar en unos sillones y ponen música suave de ambiente y se está muy a gusto.
MAL. Muy mal. Johnny ha sentado precedentes que no van a continuarse en citas posteriores. La está malacostumbrando. Está perdiendo el mando a favor de una ñoñería. Un caballero hace lo siguiente:
Johnny.- ¿Quieres tomar una Coca-Cola o algo?
Angi.- Va.
Johnny.- Pues dame dinero que voy a comprarla.
BIEN. El Johnny conserva su papel de macho alfa e incluso se permite hacer una concesión. Él va a por las Coca-Colas. De esta manera, demuestra su generosidad sin límites sin perder el cetro de mando (el que lleva entre las piernas).
La primera cita es una guerra de muchas batallas. En el segundo ejemplo hemos visto el camino a la victoria en una de ellas y a lo largo de este magnífico coleccionable de Qince os llevaremos incluso a firmar tratados de paz bajo sábanas en la primera cita… ya me entendéis, jóvenes y virginales lectores.
4 comentarios:
El gran Feynman (físico, premio Nobel) ya usaba estas tácticas en su juventud. La primera nunca le funcionó, y lo único que conseguía era gastarse el dinero en la tía. Harto, un tío de un bar le dijo que lo que tenía que hacer es usar la segunda táctica. La usó y la tía cayó a la primera.
Así que, hasta un premio Nobel os la aconseja, aunque el nunca más la usó porque no le parecía correcta xD
Todo esto y mucho más lo podéis leer en el libro "¿Está usted de broma, sr. Feynman?".
Chicas, leer libros es malo. Ignorad a esta perversa qincera...
cuando sacan "¿Esta usted de brmoa, sr. Feynman?" en cine para poder bajarla del emule.
Buen estudio, nos habeis pillado a los frikis pajilleros como yo.
El sabado pasado cuando estaba currando en el concierto de estopa en la barra del bar y entre cubata y cubata que servia hechaba un ojo al escote de las feminas que estaban delante mia no paraba de acordarme de esta fabulosa publicacion.
Existe una tecnica mejor que la de tomamos algo, la increible:
-Vamos a mi coche¿?
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